A 10 años del Caso Ayotzinapa, madres y padres muestran decepción de la administración de AMLO; siguen sin saber el paradero de sus hijos
Paliacates rojos, otros negros con un 43 que resalta y algunos con la cara del comandante Che Guevara resguardan su identidad. Sólo es visible la furia en sus ojos. Son jóvenes estudiantes de las diferentes Escuelas Normales Rurales que aún quedan en el país -17 en total-. Este 26 de septiembre, los reúne el décimo aniversario de la desaparición de sus «camaradas»: los 43 de Ayotzinapa. Han pasado 10 años sin verdad ni justicia.
Protegen su rostro porque el Gobierno «desaparece» y «asesina». Así ocurrió la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014, cuando Enrique Peña Nieto era comandante supremo de las Fuerzas Armadas y presidente de México. Él ordenó ir tras los muchachos, acusan con seguridad madres y padres de los muchachos desaparecidos en Iguala, Guerrero.
Ayotzinapa no olvida ni perdona. De hecho, la delegación estudiantil de esta Normal lleva en sus manos una lona gigante con los rostros de los presuntos culpables: Enrique Peña Nieto, Tomás Zerón, el exprocurador General de Justicia, José Murillo Karam. Todos artífices de «la verdad histórica». Esa donde se trató de imponer la versión de que los normalistas fueron incinerados en el basurero de Cocula. Con lo dicho, se quiso dar carpetazo al crimen cometido.
Esa verdad desmentida durante los primeros años del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, representante de «la esperanza de México». En un principio hubo voluntad política en las investigaciones, pero en 2022 cuando el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) reveló la infiltración del Ejército en la normal, todo se detuvo, señala el abogado del Caso, Vidulfo Rosales.
Los padres lo tienen claro. Mario González, padre del jóven César Manuel dice con firmeza:
Quién entorpece las investigaciones es cómplice de la desaparición»
Mario González
Ni la lluvia ni el viento detienen el avance de la kilométrica manifestación. En la vanguardia se encuentran los padres y madres de los 43 estudiantes que se veían frente a grupos de alumnos dando clases; le siguen normalistas de Ayotzinapa. También están presentes alumnas de Tamazulapan, Oaxaca; Mactumactzá, Chiapas; Panotla, Tlaxcala. Ellos también confiaron en el Gobierno de la «Cuarta Transformación»: «¡AMLO decía que todo cambiaría, mentira, mentira, la misma porquería!», sentencian en su llegada a 5 de Mayo, faltan unos cuantos pasos para poder entrar al Zócalo capitalino.
Bloques de cemento detienen la manifestación. Las calles aledañas a la plancha, todas se encuentran cerradas desde primera hora de este jueves 26 de septiembre, vallas de metal restringieron el paso a todo aquél que quisiera pasar. Forman parte del operativo de seguridad echado a andar por el Gobierno de Martí Batres Guadarrama. Operativo que desplegó barreras de metal de más de dos metros de altura desde Chapultepec hasta el Zócalo de CDMX, a decir de un policia que resguardó la entrada a la Secretaría de Gobernación un día anterior.
Por sorpresa, sobre Paseo de la Reforma, Eje Central y 5 de Mayo, no hubo rastro de policias con cascos y escudos.
La intolerancia gubernamental y la defensa militar
Arde en llamas hasta desintegrarse. Es la figura de papel maché de un soldado. Parece un mounstro con uniforme; en su cabeza deforme lleva un casco, los dedos de sus pies son largos al igual que las uñas, sus dientes son filosos. Representa a unas fuerzas castrenses corruptas -por las bolsas llenas de billetes- involucradas en la desaparición de los normalistas. Elementos que no han sido tocados, pese a lo revelado por el GIEI en 2022.
El militar se consume en fuego mientras se realiza el mitin programado por las y los padres de los 43 normalistas. Como pudieron ellos y los estudiantes solidarios lograron sobrepasar los bloques de cemento. «¡Vamos llegando y el Gobierno está temblando!», lanzan en su llegada al Zócalo y frente a Palacio Nacional.
Son casi las siete de la noche. Han pasado tres horas de recorrido. Justo a esta hora padres y madres se encontraban en sus casas, no se imaginaron que ese 26 de septiembre de 2014 les cambiaría la vida. Hoy continúan preguntándose dónde están sus hijos. Pero se mantienen firmes.
Hilda Legideño, madre de Jorge Antonio Tizapa, dice que los necios de siempre continúan luchando porque les asiste la razón. Muestra su decepción ante los dos sexenios que han pasado; les han mentido, acusa. «No podemos detenernos, nos falta un hijo al cual estamos buscando». También envía un mensaje al presidente López Obrador:
Traicionó la confianza que como padres pusimos. Dió la espalda al Caso Ayotzinapa por proteger al Ejército. Pasará a la historia como complice de aquellas personas que desaparecieron a nuestros hijos»
Hilda Legideño, madre
La solidaridad de las personas les acompaña. Desde su partida del Ángel de la Independencia, asistentes a la marcha les muestran su cariño diciendoles: ¡No están solas!,¡no están solos».
Hasta el fin de la conmemoración por una década exigiendo justicia, la luz del fuego también les acompaña, esta es diferente a la que encendió al militar. Aunque también hay rabia, la luz prendida en unas cuantas vallas frente a Palacio Nacional, alumbra la frase que recuerda que los 43 normalistas de Ayotzinapa “viven en nuestra rebeldía».
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