Manuel Guerrero cuenta en entrevista la tortura, tratos crueles e inhumanos sufridos en Qatar desde el momento de su detención el 4 de febrero de 2024 hasta su regreso a México
El mexico-británico Manuel Guerrero Aviña ya se encuentra en México con su familia, tras la tortura vivida en Qatar por su orientación sexual. A seis meses de su detención en Doha, regresa “fuerte”, comparte en entrevista con Ruido en la Red; aunque luce afectado al recordar los malos tratos, crueles e inhumanos sufridos en uno de los países más ricos del mundo.
A un día de haber llegado de Qatar dice encontrarse:
Con un Manuel más fuerte, definitivamente lleno, apoyado por un grupo de familia y amigos y del Comité Manuel Guerrero. Me siento muy, muy agradecido con todos”
Manuel Guerrero
Sentado en una silla y rodeado de libros, el hombre de 44 años usa una camisa azúl celeste y pantalón del mismo color, pero de un tono más fuerte. Con los hombros y el resto del cuerpo echados hacia enfrente a manera de protección, deja salir risas que muestran su alegría por estar en su país. Por fin, es libre después de haber pasado 44 días privado de su libertad por un Estado que violó sus derechos sólo por decidir amar a otra persona del mismo sexo.
Manuel Guerrero comparte la experiencia de haber sido arrestado a inicios de 2024, hecho que cambió su vida por completo. Es un apasionado de la aviación y ello le llevó a trabajar en la aerolínea Qatar Airway. Vivió siete años en la capital de ese país: Doha. Su vida era «normal», divertida, social.
Un día para Manuel constaba de pasar entre 10 y 12 horas trabajando. «Me divertía mucho haciendo lo que hacía. Me llenaba mucho; tenía un equipo de profesionales trabajando conmigo». Después, se dirigía a casa para nadar, correr o simplemente pasar tiempo con sus amigos. Los fines de semana se escapaba a cenar con alguna de sus amistades internacionales, recuerda con gusto.
La perdida de su libertad
La vida de Manuel Guerrero dio un giro inesperado aquel cuatro de febrero de 2024, cuando lo arrestaron. ¿La razón?: ser gay, afirma. La versión de las autoridades: supuestamente consumir drogas. Acusación que Manuel Guerrero rechaza hasta la fecha.
Manuel Guerrero fue víctima de un modus operandi de la policía de Qatar para perseguir a personas de la comunidad LGBTTIQ+ en este país homofóbico. A través de aplicaciones de citas como Tinder y Grindr agentes de seguridad crean perfiles falsos, entablan comunicación con sus objetivos para conseguir un encuentro presencial. Ahí consuman su trampa.
El mexicano llevaba dos días de conocer a un hombre, a través de dichas aplicaciones de citas. Ese día de febrero se encontraría con él en la recepción del edificio donde vivía, pero quienes lo esperaban eran policías qataríes vestidos de civiles. «Es ahí cuando me arrestan y me ponen las esposas», recuerda.
Manuel no fue el único en ser arrestado ese día. Con él iba un ciudadano marroquí a quien también le pusieron esposas.
La detención ocurrió en árabe y un poco de inglés; fue confusa, pues no habla el idioma de la región. Durante el suceso, los agentes de seguridad pusieron su huella entintada en una declaración de culpabilidad por consumir sustancias ilícitas. Los policías le sembraron metanfetaminas y lo acusaron de posesión.
Este hecho le arrebató su salud mental, su empleo y le costó que el Estado islamista confiscara sus ahorros por considerarlo “no honorable”. Qatar se rige por la ley islámica, interpretada al pie de la letra. La justicia de esta monarquía absoluta considera «pecado» la homosexualidad; el castigo es una pena de entre cuatro y siete años de cárcel.
Incluso, la autoridad de Qatar le recomendó aceptar la culpa por consumo de sustancias ilícitas en lugar de ser juzgado por su orientación sexual. La pena por el delito relacionado con las drogas es de seis meses.
Lo sucedido a Manuel Guerrero no es un caso aislado. En 2022, activistas qataries denunciaron la detención arbitraria y tortura de seis personas de la comunidad LGBTTIQ+. El propio Qatar admitió -en 2021- ante el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas que al menos ocho personas estaban en prisión por «homosexualidad», de acuerdo con la Asociación Internacional de Personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales.
«Te firmo lo que quieras, pero dejame de torturar»
Al recordar su detención, sus manos temblorosas e inquietas se encuentran; muestra del calvario que Manuel vivió durante 44 días. El miedo y el terror lo acompañaron desde que lo obligaron a dejar su casa, su paso por equivalente al Ministerio Público hasta el centro de reclusión.
No vas viendo que la situación mejore. Al contrario, violación, tras violación, tras violación. Es un sistema opresor, te obliga, pues claro: ya te firmo lo que quieras, pero ya dejame de torturar.”
Manuel Guerrero
Manuel Guerrero enumera las violaciones al debido proceso y a sus derechos humanos. La lista es larga. Con sus dedos las cuenta una a una: no tuvo acceso a un traductor desde su detención, tampoco a defensa legal, tampoco ayuda consular y mucho menos poder contactarse con su familia.
En reclusión, las «condiciones eran deplorables, con falta de sanidad». Manuel Guerrero se enfrentó a la sobrepoblación en celdas pequeñas con capacidad para 12 personas. Él compartió espacio con más de 40. Se enfrentó también al control de servicios básicos como el agua potable por los guardias de seguridad; a comer sus alimentos con las manos.
Sumado a esto, Manuel Guerrero al tener VIH, los agentes no le dieron acceso a sus retrovirales durante 20 días y cuando se enteraron de su enfermedad, lo aislaron durante cuatro días. «Todo esto si me generó mucho miedo, mucha ansiedad, incertidumbre». Él pensó que podía hacerse resistente al medicamento al no tener acceso a él.
Después de mes y medio en prisión, Manuel Guerrero quedó en libertad condicional. Podía pasar su proceso fuera de la cárcel sin salir del país, pero esto puso en peligro su salud, pues los antirretrovirales no se conseguían en Qatar.
Fuera de los barrotes y paredes de ese centro de reclusión en Doha, su familia, amigos y una comunidad internacional protestaron y solicitaron a las autoridades qataríes, mexicanas e inglesas intervenir por Manuel. La presión mediática logró movilización de la Secretaría de Relaciones Exteriores y su homóloga en Inglaterra para exigir la liberación de su ciudadano.
En junio de este mismo año, la justicia lo declaró culpable y lo condenó injustamente por posesión de drogas. Por ello debía pagar una multa de 10 mil riyales (50 mil pesos mexicanos), pasar medio año en prisión (pena suspendida) y ser deportado. Los cargos se confirmaron el pasado 1 de agosto; Manuel Guerrero pagó la multa y 11 dias después salió de Qatar para viajar a Inglaterra y recibir atención médica.
En ese país, un médico le informó que contaba con buen estado de salud. Después de su revisión, viajó a México donde se encontró con su familia el lunes 19 de agosto.
Ahora, Manuel Guerrero busca cerrar este capitulo de su vida. Se encuentra en «un momento de cambio» para recuperar su vida profesional, ya sea en México, Inglaterra o cualquier otro país de Europa. «Estoy abierto a posibilidades», culmina.
Mi arresto en Qatar no define quién soy»
Manuel Guerrero
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