Las corridas de toros regresaron a la Cuidad de México, lo que representa un retroceso en los derechos de los animales
La Monumental Plaza de Toros México es considerada la más grande y la de mayor aforo en el mundo.
Un lugar donde se festeja la llamada fiesta brava, un espectáculo lleno de cultura y tradición, al menos eso es lo que dicen los arduos defensores de la tauromaquia.
Las corridas de toros regresan a CDMX luego de que la SCJN revocó la suspensión definitiva que había concedido el juez Jonathan Bass.
Esto significa un retroceso en la capital y en los derechos de los animales, pues regresa la crueldad, tortura y matanza.
La resolución de los ministros se dio porque la suspensión no cumplía con algunos requisitos de manera exhaustiva.
Sin embargo, es inadmisible que en la actualidad sigan justificando estos actos de crueldad contra los animales en nombre de la “cultura” y “tradición”.
En algunos estados se han dado pasos significativos contra la tauromaquia, como en Sonora, Guerrero, Coahuila, Quintana Roo y Sinaloa, donde están prohibidas las corridas de toros.
Pero otros estados, principalmente en Aguascalientes y Querétaro continúan justificando las corridas.
Utilizando argumentos como que la tauromaquia deja una derrama económica en la capital, que es generadora de empleos, la defienden en nombre de la cultura e incluso hay quienes absurdamente aseguran que el toro no sufre. ¿Pero qué tan cierto es? Vayamos por partes.
La tauromaquia NO es cultura
Los defensores de las corridas de toros se jactan de ser cultos por disfrutar de la llamada fiesta brava, ¿realmente es es cultura?
Las instituciones culturales en el país NO reconocen a las corridas de toros como una actividad cultural, tampoco en el poder Ejecutivo ni legislativo lo han intentado considerar como patrimonio de México a nivel internacional.
Tampoco dejan una derrama económica
Los taurinos también aseguran que generan empleos y dejan una gran derrama económica. Pero esto no es así.
En el caso de la Ciudad de México, el secretario de Desarrollo Económico de la capital, Fadlala Akabani, señaló durante un parlamento abierto en el Congreso capitalino en mayo de 2022, que son sólo 475 empleos directos que generan las corridas de toros.
Y cabe destacar que esta cifra únicamente es cuando la Plaza México está completamente llena. Es decir, si lograra llenar los 41 mil asientos con los que cuenta y solamente se logra el aforo completo cuanto es su aniversario, el 5 de febrero.
Incluso el mismo Miguel Alemán Magnani, fundador de Interjet y quien anteriormente administraba la Plaza México, reconoció en una entrevista para la revista Forbes en 2016 que en los últimos veinte años tuvieron pérdidas y que en 25 años solamente en dos han tenido ganancias.
Entonces, ¿dónde está la derrama económica de la que tanto hablan? Es evidente que inflan las cifras, ya que los taurinos aseguran que a nivel nacional hay una ganancia de siete mil millones de pesos al año.
En México hay 118 mil cabezas de toros de lidia, de las cuáles alrededor del 5 % son utilizados para las corridas de toros. Es decir, que esa ganancia no es por la tauromaquia.
Esto también desmiente el argumento de que si termina la fiesta brava el toro de lidia se extinguiría.
¿Realmente necesitamos en un país como México, donde la violencia prevalece y se normaliza un espectáculo como las corridas de toros?
Es importante destacar que este acto violento es apoyado por políticos, gobernadores, senadores y diputados. Como la gobernadora panista de Aguascalientes, Tere Jiméz y Pedro Haces, exsenador de Morena.
Pues la tortura y crueldad contra los animales no debe prevalecer más allá de los intereses políticos, de los intereses de un pequeño grupo de personas.
El sufrimiento del toro en las corridas de toros
El martirio y la crueldad contra el toro comienza antes de la corrida, pues pasa horas encerrado y es ahí donde le clavan la divisa en el cerviguillo.
Una vez que el toro sale al ruedo vivirá 20 minutos de tortura. En el tercio de varas le clavan la puya detrás del cuello, con el que cercenan sus músculos, arterias y venas.
En el mismo lugar le clavan seis banderillas cuyos arpones son de seis centímetros.
Una vez que el toro está herido, desangrándose y cansado, es hora de que el matador muestre su “valentía”.
Es en el tercio de muerte donde el torero tiene menos de cinco minutos para asesinar al toro con una estocada que mide 80 centímetros y es introducida en su cavidad torácica.
Eso no mata al toro y prosigue con descabellar al toro, introduciendo otro estoque en su médula espinal, con la finalidad de dejarlo tetrapléjico.
Una vez en el suelo, finalmente con una puntilla de 10 centímetros de largo le dan muerte al toro.
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